Llegamos al lugar perfecto entonces organizamos todo, justo como tú tenias previsto, una vez que estaba listo, nos tumbamos y miramos al cielo.
La noche estaba un tanto húmeda y el cielo algo nublado, pero que importaba. Rozabas mi mano y yo sentía ese hormigueo en mi estómago, existía un silencio tan profundo que comenzaba a escuchar tus pensamientos.
Al fin hablaste, y te dije todo lo que pensaba de esto.
-Eres especial. Te quiero y debes creer en ti, yo lo hago.
- ¿Cómo eres tan genial? Gracias.
¡Otra! ¿has pedido un deseo? …
¡Otra! ¿has pedido un deseo? …
No sé porque, pero esto no es un final. De nuevo otro silencio.
Bonitas lágrimas de San Lorenzo.
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