31 diciembre, 2011

Adiós 2011.

Si tuviera que resumir mi 2011, la palabra que lo haría sería fortaleza. Cuanto he(mos) aprendido. Cuantas cosas pueden ocurrir en 365 días.

El año comenzó triste y frío, sin ganas de nada. Pasó el frío e interminable enero, y de repente en un febrero de mañanas de sol apareciste tú. 
Con tus miradas y rizos todo pasaba más rápido, parecía que las cosas dejaban de doler. Todo carecía de importancia, todo parecía verdadero, esta vez sí. Mi 2011 comenzaba un 28 de febrero.


Meses inolvidables fueron todos ellos. Del 28 de febrero hasta el 31 de diciembre. No borraría  nada, no cambiaría nada, no olvidaré nada.
Hablo de ti, hablo de él, hablo de ellos. Todo tan mío, todo tan nuestro.

Marzo, Abril y Mayo, primer asalto a la pasión y al cariño.

En Mayo algo se agrietó, parece que todo acababa, pero ¿cómo podíamos permitirnos acabar con algo así? Parece que tras un supuesto “adiós” decidimos volver a los días en los que la mirada no podía romperse ni por un leve parpadeo.

Junio cálido y loco. Los lunes eran especialmente nuestros.  Apareció la idea de viajar juntos, de visitar París y cientos de ciudades que se nos pusieran en mente, nada parecía imposible si simplemente cogías fuerte mi mano. El once de este mes mi hermana se casaba y yo sentí infinita felicidad e infinito miedo.

Julio, el mes del dolor. Algo se rompió en mi pecho y cada día me desgarraba más y más. ¿El por qué? Todavía me lo pregunto. En este mes dormía con los ojos abiertos, de repente lágrimas en mi rostro, mes de películas por la noche, mes de escalofríos a pesar del calor. Tu mes, el mes en el que hace 21 años viste el mundo. Y el mes en el que algo dentro de ti cambió, para siempre. El mes de la ruptura. El mes del dolor. El mes de la ansiedad. El mes de la 305. El mes del perdón.

Agosto, septiembre, octubre, noviembre y diciembre, segundo asalto.

Parece que a partir de julio comenzó un nuevo año y una nueva vida.

Agosto, mi mes, ya eran 20 años los que iba a cumplir. Nuestro primer viaje juntos. Qué días. Qué amor.

Septiembre, octubre, noviembre y ahora diciembre, universidad y tú. 
De estos meses solo diré que aprendimos a ser nosotros. Aprendimos a confiar, a soportar. Aprendimos a mirarnos y a ver por dentro.

No perdemos la esencia pero ya somos uno. Y no concibo domingo sin lunes, no hay días sin ti. Todo tú eres en mí y espero que así sea  por mucho tiempo más. Infinito.

Feliz 2012.

28 diciembre, 2011

Cambil, Huelma, Jaén, Carchelejo, Albuniel, Granada, Motril, Almeria, Málaga, Campillo de Arena, Noalejo, Puerto del Carretero, Granada, Autovía de Sierra Nevada, Campotéjar, Mantillana, Alcalá La Real, Benalúa, Iznallob, Guadix, Pto. Onitar, Borage, Guadix, ¡Sierra Nevada!, Darro, Diezma, Granada, Lopeza, Lopera, Purullena, Guadix, Benalúa, Gor, Cenascuras, Gorafe.

Una mañana de viaje, señales y señales, luego un alto en el camino, tus ojos, mi luz.

28.

Feliz día, pequeño.

16 diciembre, 2011

(...)
La memoria viviente
de dos planetas solos
que entre veinte millones
se encontraron.

Quirarte.

01 diciembre, 2011

Corazón coraza.

Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce
corazón coraza

porque eres mía
porque no eres mía
porque te miro y muero
y peor que muero
si no te miro amor
si no te miro

porque tú siempre existes dondequiera
pero existes mejor donde te quiero
porque tu boca es sangre
y tienes frío
tengo que amarte amor
tengo que amarte
aunque esta herida duela como dos
aunque te busque y no te encuentre
y aunque
la noche pase y yo te tenga
y no.



Mario Benedetti.

Vals de los enamorados.

No salieron jamás
del vergel del abrazo.
Y ante el rojo rosal
de los besos rodaron.

Huracanes quisieron
con rencor separarlos.
Y las hachas tajantes
y los rígidos rayos.

Aumentaron la tierra
de las pálidas manos.
Precipicios midieron,
por el viento impulsados
entre bocas deshechas.

Recorrieron naufragios,
cada vez más profundos
en sus cuerpos, sus brazos.
Perseguidos, hundidos
por un gran desamparo
de recuerdos y lunas,
de noviembres y marzos,
aventados se vieron
como polvo liviano:
aventados se vieron,
pero siempre abrazados.



Miguel Hernández.


Todo huele a Navidad.

DICIEMBRE, tráeme regalos felices.
Donde pongo la vida pongo el fuego
de mi pasión volcada y sin salida.
Donde tengo el amor, toco la herida.
Donde dejo la fe, me pongo en juego.

Pongo en juego mi vida, y pierdo, y luego
vuelvo a empezar, sin vida, otra partida.
Perdida la de ayer, la de hoy perdida,
no me doy por vencido, y sigo, y juego

lo que me queda: un resto de esperanza.
Al siempre va. Mantengo mi postura.
Si sale nunca, la esperanza es muerte.

Si sale amor, la primavera avanza.
Pero nunca o amor, mi fe segura:
jamás o llanto, pero mi fe fuerte.

Ángel González