Estábamos cansados y nuestros estómagos no demasiado contentos se encogían en nuestros deambulantes cuerpos de alfiler. Por calles, parques y césped. Como siempre no importaba demasiado nada ajeno a nosotros. ¿Pero todavía éramos nosotros?
Llevaba días sin sentirte y daba igual dónde. Solo quería soledad compartida. Hemos llorado y hemos sudado, al final hemos terminado fundidos en un soplo de aire, en un grito sostenido, mis dedos apretaban tu espalda y tú buscabas mi mirada entre cabellos mojados y enredados.
Valiente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario