13 diciembre, 2010

Quiero gritar pero todo está en silencio.

Mira el cielo, y deja de pensar en lo demás.

Habla contigo. Responde a tus preguntas, luego a las mías y todo acabará. No puedo correr más por este camino seco, no veo el mar, el mar me quería, ahora no lo veo, no está. Desapareció, el invierno se lo llevó, como ahora el viento me lleva a mí. Soy como una pluma, me soplan y desaparezco.

Y si me tumbo en la nieve y me olvido de todo. Nadie me encontrará. Y mi corazón de “hielo” dormirá.

Cuando todo está en silencio no pruebas el aire que te rodea, dejas de respirar, se te olvida, tienes la mente demasiado ocupada, son tus secretos, tus preguntas que acabarán dolorasamente clavadas en tus ojos y lloraran y mojaran la almohada una vez más.
Me he metido a la ducha. He tardado mucho en salir, me he enjabonado de forma lenta, me he esmerado en frotar todo mi cuerpo, cada rincón, mi espalda mis brazos… he pensado en ti, en que estabas conmigo, en que me acompañabas en este cálido baño, me has rozado, me has lamido, me has pegado a ti, de fondo había música (siempre la hay) me mirabas, me mirabas, me mirabas, tus ojos… eras tú. Esto va a más, cada cierto tiempo tardamos más días en hablar y ahora sigo dudando si hemos dicho adiós para siempre. Ya no voy a insistir más, miento una vez pero no dos. Ya no insistiré. Ahora es cuando una parte de mí confía en ti. Y también es cuando tú no decepcionas a esa parte tan especial de mí. Porque fuiste tú el que me pediste que dijera que creía en esto.
Necesito saber todo, dejar de cerrar puertas sin saber porqué. Quiero claridad, luz, viento, respuestas, quiero dejar de dar vueltas al mismo asunto solo porque cada vez que doy una vuelta más recuerdo otro detalle de los únicos ratos que hemos estado juntos.
Como ves (ya te lo dije) tu vas a ser el que vas a decidir, es sencillo si quieres sacamos la baraja y jugamos a poner todas las cartas sobre la mesa, pero si no dímelo pronto, y las quemamos, para que no quede ni un rastro de ellas. De esa forma olvidaremos todo. ABSOLUTAMENTE TODO.
He salido de la ducha, tenia frio porque sin darme cuenta he perdido la noción del tiempo en ella, la canción no dejaba de repetirse, me ha relajado y me ha ayudado a pensar. Tenía frío porque después de acabar he cerrado el grifo y me he sentado, he abrazado mis piernas, he apoyado mi rostro en las rodillas y he pensado en todo lo que acabo de escribir. Cuando he salido de la ducha no me ha bastado con un albornoz, he tenido que ponerme por encima todas las toallas que tenía cerca… y es que siento a mi lado un iceberg congelado que no se atreve a derretirse por miedo a desvanecerse, a desaparecer, o a no saber controlar sus sentimientos.

Mejor dejo de escribir, voy a secarme y a ponerme algo de abrigo. Hoy mis ojos están muy verdes, suelen ponerse así cuando me da el sol o cuando lloro. Y hoy el sol no ha salido.

Llevaba días sin discutir contigo mamá, y hoy lo hemos vuelto a hacer, y ahora supongo que preocupada porque llevo mucho mucho tiempo en el baño has entrado a preguntarme lo que hago y aunque te has sorprendido por el calor que tenia acumulado con la estufa y con la ducha, he sentido que el cuerpo se me congelaba con cada palabra o gesto que hacía, me has dicho que hiciera el favor de secarme el pelo y yo te he contestado: “el pelo empapado me sienta muy bien”. Me has mirado y me has dicho que no tarde en dormirme que hoy tengo la cara de cansada... Y es que quizás sí, ya estoy muy cansada.

Te quiero mamá.

1 comentario:

leo dijo...

...
se me encoge el corazón

te quiero.