09 diciembre, 2010

Esta noche nos hemos perseguido entre sábanas blancas.

Hacia sol, estábamos en una especie de azotea y si miraba a mí alrededor todo eran sábanas gigantes y blancas tendidas, estaban por todos lados.

De momento yo empezaba a recogerlas pero era justo ahí cuando notaba que alguien venía por detrás de mí y me rozaba el pelo con sus manos… cuando me giré solo vi que se escondía entre las sábanas. Intenté continuar pero apareciste justo delante de mí cuando me giré, y me besaste, sonreí y te abracé, como me encantaba tenerte entre mis brazos, como aquel viernes en el que antes de decirnos nada o de mirarnos a los ojos me cogiste y me abrazaste, mis pies dejaron de rozar el suelo. Fue aquel abrazo del que siempre hablábamos por teléfono, podía haber sido eterno… pero si algo he aprendido es que todo se acaba... De repente comenzaba a correr por la azotea entre risas y caricias. Nos perseguíamos. Nos buscábamos y jugábamos a escondernos entre las sábanas. Tú ibas solo con un pantalón y yo con un vestidito blanco corto y mi melena volaba con cada movimiento y con cada ráfaga de viento que venía, era muy divertido adivinar tu forma entre las sábanas que nos rodeaban pero lo que más me gustaba era esconderme y notar que mi corazón latía fuerte por no saber por dónde podías aparecer… Mis ojos estaban expectantes y cuando te encontraban solo se fijaban en tu cálido cuerpo que venía hacia mí y me transmitía esa sensación tan especial.
Cuando por fin nos encontramos el viento sopló más fuerte y juntó las sábanas dejándonos en el centro de ellas, fue entonces cuando me miraste a los ojos, apartaste el pelo de mis labios y los besaste, no había mañana, ya no.
Mi vestido dejo de estar en mi cuerpo y tus pantalones cayeron a tus pies, me llevaste hacia ti, fuimos bajando hacia el suelo (estaba caliente), ya no quedaba nada en nuestros cuerpos solo el deseo que nos atraía como polos opuestos o como imanes… Fue dulce, fue tierno, fue húmedo, fue estremecedor, salvaje, temblé, temblaste, nos absorbimos, nos acariciamos, decidimos el gran momento  y fue entonces cuando dejamos de ser dos para ser uno…
Las sábanas a nuestro alrededor creaban un escondite bastante agradable, cayó la noche y fue entonces cuando me desperté y te vi asomado mirando el mar y fumando uno de tantos cigarrillos de espaldas, la luz de la luna marcaba tu silueta  y yo me encontraba en el suelo tapada con una sábana. No te percataste de que yo había dejado de dormir y me gustaba que no supieras que te observaba, parecías pensativo ¿en qué pensarías? Ojalá lo supiese, sería tan fácil decidir o actuar si supiera lo que piensas. 
Pero eso solo lo sabes tú.


Entonces desperté y como siempre solo es un sueño.







No hay comentarios: