06 diciembre, 2010

¿Qué nunca diga nunca jamás? Y una mierda.



No me pidas lo que no te puedo dar. Porque yo no lo haré nunca jamás.
No me pongas más a prueba para intentar ganar. Porque yo no lo haré nunca jamás.


No voy a volver a discutir ni a hablar,
No voy a verte ni a bailar,
No voy a borrarte ni a aceptarte,
Todo se quedará tal cual.


No quiero nada de ti, nada de lo que no fue y no será.
Sigue tu vida y mira por ti, eso nunca va a cambiar.


Estampa botellas en el suelo o carteles, rompe vasos o estropea copas, intenta escapar para que alguien te diga, ¿si, es lo que quieres? Y que cuando te abra la puerta  para irte te la vuelva a cerrar para que te quedes dentro con él y con los demás. Discute conmigo y ódiame, márchate para que vaya detrás,  voy a seguir con mi bipolaridad, intenta huir, pero sonríe cuando veas que vamos detrás. Abrázame cuando tenga frío, bésame, apártame el pelo para acariciar con tus labios mi cuello. Dedícame una mirada o no me vuelvas a dedicar nunca nada. Déjame que te vuelva a sacar el dedo una y otra vez porque simplemente me sienta bien. Suda para que cuando luego tengas frío te quite la bufanda, porque yo siempre tengo frío, porque mis manos siempre están heladas, y  mis pies también. Quítamela luego y enróllame en ella para atraerme sobre ti y acabar en tus labios. Déjame desaparecer y reaparecer. Déjame abrazarte una y otra vez. Vuelve a mojarme, mánchame con comida, vuelve a sonreír.


Creo que en ocasiones un simple abrazo puede revelarte todo lo que deseas conocer.
¿Pero de qué sirve? Luego nunca estás.


Tu perfume fue el único que “durmió” conmigo esa fría noche de diciembre. Porque yo pensaba que DICIEMBRE me quería. Pero DICIEMBRE no quiere a nadie.


No hay comentarios: