08 septiembre, 2010

FUEGOS ARTIFICIALES.

Mi mente se escapaba a buscarte a pesar de todo lo que sonaba y retumbaba en mis oídos, mi mirada pendiente de todos los destellos y movimientos que se estaban presenciando bajo el cielo oscuro y mis pensamientos sin dejar de pensarte. Empecé a imaginar que cada uno de los cohetes éramos nosotros, cuando comenzaban a subir iban muy rápido pero de forma discreta y sutil, la velocidad a penas me permitía verlos con detenimiento, pero lo que sí que observaba era la explosión final de cada uno de ellos, cuando llegaban al punto en que explotaban y creaban dibujos y mil luces en el cielo, como aquellas que veía cuando hablaba contigo o cuando te sentía cerca de mí. Al principio avanzamos juntos de forma rápida, luego estallamos y todo eran sonrisas y bienestar en aquellos días, pero de lo que no éramos conscientes era de que cuando se produjera esa “explosión” no quedaría nada, que después de llegar a ese punto máximo en nuestra escala íbamos a desaparecer, que ese sentimiento que nos unía iba a marcharse de nuestro lado, sin dejar rastro de lo que un día fue, lo único que quedará serán cenizas, cenizas que se marcharán con el viento del invierno, dirán adiós y será como si nunca hubiera existido.

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