Iba prácticamente desnuda por su habitación. Escuchaba música. Giraba como una peonza mientras bailaba y cantaba. Su colgante le golpeaba el pecho al girar como queriendo despertar esa parte oculta que no se atrevía a sacar al exterior. Revelarse. Cogía las sábanas y las lanzaba por los aires, se enrollaba en ellas y las estampaba contra el suelo, la lámpara se movía, ella reía. Enloquecía.
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