03 mayo, 2011

Llueve, “todas las historias bonitas empiezan en un día de lluvia”. Tus manos. Tus labios. El agua, la humedad.

Me acostumbro cada día voluntariamente o no a tus ojos, no quiero que el plano desde el que te miro deje de existir o mute hacia nuevas formas que me hagan sentirte como algo rutinario.

Mi inexperiencia en aquello que llamamos “fidelidad” me hace temer y pensar una y otra vez si esto está hecho para mí o no. Te soy sincera. No lo sé. No quiero saberlo. Quiero probarme y probarte después a ti, como ese día, como esos días.

Fuera llovía, dentro el ambiente incitaba a los más sucios y cálidos placeres, encendimos velas con palabras, con deseos de dos jóvenes demasiado volátiles, me guiaste, yo solo veía oscuridad. Me quisiste, te quise.

En esos días ninguna otra cosa ajena a nosotros importaba de veras. Tú eras el centro de mi pasión y yo el centro de la tuya. No queríamos acercarnos oscuramente, luz, la mirada no podía romperse ni por un leve parpadeo. Recuerdo el perfume…

He de reconocer que los primeros días llegaba a casa extasiada por las palabras, por las historias, o simplemente por mi curioso cubo de cristal con un caballo negro como tapadera, pero no es de asombrarse viniendo de dos seres como nosotros.  Reíamos mientras una parte de nosotros quería pensar que teníamos la capacidad de manipular el tiempo, las nubes explotaban y bajaban a visitarnos, otros días las ráfagas de viento nos envolvían entre mi cabello y creaban un espacio paralelo al resto del mundo.

Estoy dispuesta a creer. Ahora mi cuerpo te anhela cada instante que estás lejos de él, supongo que será por aquello de la estacionalidad o vete tú a saber porqué motivo. Ni siquiera sé si ahora puedo razonar sobre todo esto o simplemente desvarío como un músico drogado que intenta componer letras y acordes, pero no, no es eso.

Hay momentos en los que intento buscar un porque a todo esto, a estos dos meses, a esta pasión desenfrenada y a estas ganas de verte día tras día, y no consigo encontrar una respuesta cuerda, no existiría. Y es que, quizás, cuando empiezas a buscarle el porqué a las cosas, esas cosas dejan de ser especiales.

No hay comentarios: