16 julio, 2012
"How many moles?" (G.C.)
Hoy tiene tu mirada un inquietante brillo:
el de una gata que se ha tragado un pajarillo.
Caes como la tarde, ausente y soñadora.
El Sol besa las nubes y las dora
y con ojos profundos, densos, crepusculares,
me pides que te cuente los lunares.
Aun antes de empezar ya me doy por vencido:
tienes tantos como un dálmata crecido,
y con esa sonrisa pizpireta y astuta
me aturdes, y no puedo ni pensar en la ruta.
Veo uno escondido en donde nace el pelo.
Está tan solo y es tan pequeñuelo
que podría perdérseme si ahora lo dejara
en el camino, y sin contarlo me lanzara
ombligo arriba hacia las redonduelas,
tan opíparas, pingües, gordezuelas,
que aspirar su calor y su fragancia
confirma mi noción de la lactancia:
no debe malgastarse en un recién nacido;
no sabría apreciarla como es debido.
La izquierda siempre fue mi preferida.
Es la más descarada y la más presumida,
siempre apuntando al techo muy airosa
con su breve hociquillo de color rosa.
Crece y se vuelve duro, muy arrogante y tieso,
si anoto dos que tiene, con un beso.
He de seguir contando sin demora:
sólo he llegado a tres en una hora.
¿Voy arriba o abajo? Me extravío,
dudo, me armo un lío y me armo un lío
y aterrizo por fin en un moflete,
y al morderlo, tan suave y regordete,
cuento, con un cachete en el culete,
cuatro. Esto va mejor: ya suman siete.
Pero hay más que amapolas en un prado florido,
que caracoles después de haber llovido.
Aun en toda la noche no podría.
Tendremos que contarlos otro día.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario