Fuera se derretía el infierno.
Dentro apretábamos las manos
con todas nuestras fuerzas, sin mañana.
Escuchaba un motor, un ruido que se clavaba en mis sienes,
algo iba a estallar. ¿Las manos? ¿El motor? ¿Las venas?
Una luz hizo que siguiéramos el camino, era verde, pero ya daba igual.
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